
Inma. Marivi. Lis. Alberto. I+M+L+A
Escuchar poesía siempre descubre límites
como lo hacen los aparcamientos
en la plaza del ayuntamiento de Valencia.
La parada de autobús y luces intermitentes
esperan entre viajeros y viandantes
sus sombras en movimiento,
porque yo quedé a las diecinueve y treinta
y puse a mis pies, en el acelerador, la prisa,
arriesgando la integridad física de mi coche
entre agentes extraños y brazos abiertos de espera.
La sorpresa en la ciudad de los gatos
fue, con una caja de música, compartida como primado,
entre asistentes y mujeres hermosas...
y la presentación de mis precedentes.
De refilón, pasamos a ser cuatro,
acordes y sin retraso,
para decidir a donde dar el siguiente paso,
aparcando, como siempre,
con desparpajo y presencia,
en el mejor restaurante de enfrente
y sentados como referencia, en Conde de Altea.
El resto,que cada uno piense lo que quiera,
que ellas fueron conmigo y yo con ellas
mientras la lluvia caía sobre las aceras.
Buena compañía... (me lo chivó un gato dentro de una caja de música)
ResponderEliminarY a mi el ratón que se comióa al gato.
ResponderEliminarBonito poema